Sopa de pollo para la cartera
Me siento al 80% de la jornada de recuperación de cirugía.
Gracias a todos por sus buenos deseos, mensajes, flores, regalos. Lo aprecio mucho.
Tengo la enorme fortuna de que mi mamá está con nosotros en casa, para sostener(me) en este período.
Ella me ha ayudado a abrir cajones, cocinar, bañar al Sibarita, ponerme la venda…
Pero lo que más me ha sanado es su presencia (y sus oídos).
Yo lo he bautizado Presencia Plena. En su compañía he encontrado un gran amortiguador emocional para mis temas pendientes del alma. Esos agobios que a veces no necesitan palabras.
La presencia sin juicio, tener un espacio libre de expectativas, tener un testigo de vida, favorece la recuperación del cuerpo, del alma, y de la cartera. Me consta.
El 2019 ha sido un año intenso para mÍ y para muchos en mi círculo cercano. Diagnósticos inciertos, enfermedades, muertes, deudas, cansancio, decepciones.
Mi mamá me enseñó a ver el cielo. Sus favoritos son los cielos tintados de naranja, con un sol enrojecido a minutos del crepúsculo.
Ahí, entre nubarrones grises, hay siempre un hilo de plata. Una orilla por donde se cuela la luz.
Hoy te invito a SER ese borde luminiscente, sin juicios, sin expectativas. Esa quietud para otros, pero especialmente para ti.
Sentémonos tomando refugio de la tormenta, que sin importar los estruendos, siempre antecede al cielo limpio.
Abrazo,
Jess.